Yo argumento - capitulo 1 - resumen

 Constanza Padilla, - Silvina Douglas - Esther López “Yo argumento”, editorial comunicarte, 2011, 19-34


 RESUMEN CAPITULO 1

¿Argumentar? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Cómo?


La capacidad de argumentar es una característica esencial de los seres humanos, manifestándose desde el primer llanto al nacer, el cual comunica nuestra presencia y necesidad de ayuda. Este llanto inicial establece la primera interacción con la madre, quien responde a nuestras necesidades básicas. A medida que crecemos, aprendemos a comunicarnos de diversas maneras: primero con el llanto, luego con gestos, palabras y finalmente con argumentos.

Al empezar a dar razones explícitas para nuestras afirmaciones, iniciamos un proceso de razonamiento dialógico que nos acompaña toda la vida, salvo que decidamos aislarnos. Sin embargo, incluso en aislamiento, otros y nuestro alter ego desafiaron nuestras certezas y creencias, llevándonos a buscar razones y sentido en nuestras ideas, acciones y comportamientos, y motivándolos a pensar o actuar de ciertas maneras.


I.I APORTES DE LA FILOSOFÍA: GRADOS DE CONVERGENCIA CRÍTICA


En relación con las intenciones, el destacado filósofo argentino, Ricardo Maliandi (1997),

atendiendo a su propuesta de una ética convergente nos llama la atención acerca de distintas posturas comunicativas que podemos asumir cuando hacemos uso de la razón. A l respecto, habla de razón dialógica, partiendo del supuesto de que razonar implica dialogar (1997:101), en la medida en que involucra dos funciones básicas:


• Fundamentación: capacidad de dar “razones”;


• Crítica: conciencia de los límites de las “propias razones” y apertura hacia “otras razones .


Se agrega entonces aquí la idea de que la dimensión esencialmente dialógica de la razón

involucra una postura crítica, tanto ante los propios puntos de vista como ante los de otros,

lo que a la vez pone de manifiesto otro concepto que se deriva de lo crítico, el concepto de

conflictividad como uno de los principios de su ética convergente, en tensión constante con el concepto de consenso. Esto le permite plantear tres posturas distintas en un discurso argumentativo, correspondientes a tres grados ascendentes de lo que él denomina convergencia crítica (R. Maliandi, 1997:108-9):



• Postura estratégica

Se sustenta en una perspectiva egocéntrica consciente, no consciente o semiconsciente, ya

que quien argumenta (el enunciador) no conceptualiza al destinatario como un interlocutor

que también puede tener un punto de vista válido y distinto sobre un tema. De este modo, la

argumentación es persuasiva, retórica y apunta a forzar la opinión del destinatario, imponer

su propio punto de vista o refutar el contrario.


• Postura comunicativa divergente

Con subsistencia del egocentrismo, la argumentación tiende a la resolución del desacuerdo,

pero con el presupuesto, no declarado, de que el acuerdo favorecerá la opinión propia y no la del oponente. Es decir, en esta postura ya se conceptualiza al interlocutor como un oponente con un punto de vista diferente al propio pero la argumentación sigue subordinada a quien defiende cada punto de vista, con la idea de que alguien debe ganar y alguien debe perder.


• Postura comunicativa convergente

En esta postura el interlocutor no aparece ya como oponente, sino como cooperador en la

tarea de enfrentar un problema; es decir, ya no se enfrentan los interlocutores entre sí, sino

que ambos establecen una alianza para enfrentar y resolver un problema. Cada argumentante solicita y espera los contraargumentos del interlocutor para el avance dialéctico, pero con la presuposición compartida de la disponibilidad para rectificar las propias opiniones. Es decir, en este caso ya no se prioriza quién gana y quién pierde sino que incluso hay una actitud tácita de pensar que ambos pueden ganar con la resolución de un problema.



En consonancia con perspectivas dialécticas de la argumentación que veremos más adelante que atienden no sólo a las argumentaciones válidas sino también a las llamadas

falacias, Maliandi (1997: 177-179) apela a una analogía muy ilustrativa entre los seres humanos, y algunas criaturas de nuestro vecino reino animal. Distingue dos modos defensivos (la liebre y el erizo) y dos ofensivos (el tigre y la araña).




1.2 APORTES DEL PENSAMIENTO CRÍTICO


Cómo abordan el campo de la argumentación, algunos aportes de la psicología cognitiva y de la pedagogía, que ayudan a reflexionar acerca de la complejidad del hecho argumentativo que sobrepasa lo estrictamente lingüístico. Más adelante consideraremos las llamadas teorías de la argumentación, que se nutren tanto de los aportes de la filosofía clásica como de las contribuciones más actuales de la pragmática y del análisis del discurso.

Estas perspectivas, más allá de las divergencias en los criterios de abordaje, contribuyen

a configurar un panorama de los diversos aspectos teóricos y prácticos implicados en esta

temática que sobrepasa los límites de un solo campo del saber y exige un tratamiento inter-

disciplinario.


En primer lugar, no podemos dejar de destacar que las divergencias que han venido produciéndose en torno al tema no proceden sólo de las diferencias de planteos entre las disciplinas sino también de la confrontación y evolución de perspectivas en el seno mismo de los ámbitos disciplinarios.

Este hecho se ha manifestado de modo más patente en torno al movimiento que surgió

con el nombre de pensamiento crítico (critical thinking)3, en Estados Unidos en los años 60, en el seno de la Psicología cognitiva, y en la aplicación al campo pedagógico, a partir de la década del 80, a través de diversos programas de “enseñar a pensar”. Este movimiento fue cuestionado desde distintas posiciones teóricas. Sin embargo,el movimiento evolucionó notablemente en sus planteos y metodologías hecho que podría sintetizarse en los siguientes aspectos:


• Evolución desde una perspectiva monológica, que pone el acento en el sujeto que evalúa la validez de su propia argumentación o de la ajena, hacia una perspectiva dialógica

y dialéctica.

• Relacionado con este planteo de dialogicidad, se aprecia una evolución desde una visión objetivista o neutra, que plantea habilidades generales de pensamiento crítico que

se desarrollan sobre la base de estándares o principios universales, hacia una visión intersubjetiva, que plantea, por una parte, el debate entre habilidades generalizables (universales) vs. habilidades específicas de dominio (J. Me Peck, 1981), ligadas estas últimas a los diferentes campos del saber.


• Evolución desde una concepción atomista y taxonómica de las micro habilidades implicadas (analizar argumentos, examinar supuestos, reconocer contradicciones, etc.) a

una integración de éstas en una concepción más global, a través de macrohabilidades,

que implican, entre otras cuestiones, comparar perspectivas, interpretaciones, teorías;

refinar generalizaciones, desarrollar una perspectiva propia, etc. (R. Paul, 1991)


• En relación con lo anterior, evolución desde una perspectiva estrictamente cognitiva a

enfoques que incluyen aspectos actitudinales (afectivos y volitivos). R. Paul (1991), por

ejemplo, plantea la necesidad de integrar en el concepto de pensamiento crítico  no sólo las micro y macro habilidades intelectuales, sino también una serie de rasgos mentales, denominados virtudes intelectuales que transforman el pensamiento egocéntrico y parcial en un pensamiento amplio e imparcial. Para presentar y graficar estas virtudes recurrimos nuevamente a algunas historietas de Quino.

 

LAS VIRTUDES INTELECTUALES


Independencia intelectual: disposición y compromiso para el pensamiento autónomo.


Curiosidad intelectual: disposición para preguntarse acerca del mundo y buscar explicaciones a las discrepancias. 


Coraje intelectual: conciencia de la necesidad de reflexionar imparcialmente sobre puntos de vista hacia los cuales tenemos fuertes emociones negativas.


Humildad intelectual: advertencia acerca de los límites de nuestro conocimiento, que se traduce en la voluntad de reconocer lo que no sabemos y nos habilita a considerar posturas distintas a las nuestras. Tengamos en cuenta el siguiente parlamento entre Miguelito y su maestra.


Empatia intelectual: ponernos imaginativamente en el lugar de los demás para intentar entender sus puntos de vista. Quién mejor que Susanita para “ponerse en el lugar del

otro” 


Integridad intelectual: reconocimiento de las necesidad de ser veraces y consistentes; exigirnos la misma rigurosidad y prueba que pedimos a nuestros antagonistas; practicar lo que defendemos; admitir honestamente las discrepancias entre nuestros pensamientos y acciones. 


Confianza en la razón: confianza en que aprenderemos a pensar por nosotros mismos y a encontrar soluciones a partir del diálogo y de razones dirimidas en la interacción.

Consideremos los siguientes diálogos entre Felipe y sus amigos (Quino, 1993:16-17):

Diálogo 1:

Felipe. — ¿Que vivimos cabeza-abajo? ¿De dónde sacaste esa estupidez?

Mafalda. — Basta mirar un globo terráqueo. Los del hemisferio norte viven cabeza arriba. Y nosotros cabeza-abajo.

Felipe. — ¡Absurdo!

Mafalda. — ¡No!... ¿No ves que los países desarrollados son justamente los que viven cabeza-arriba?

Felipe. —-¿Y eso qué prueba?

Mafalda. — ¡Que por vivir cabeza abajo, a nosotros las ideas se nos caen!


Diálogo 2:

Felipe. — (Dirigiéndose a Manolito.) ¡Vamos a refutarle a Mafalda su teoría de que somos subdesarrollados por vivir cabeza-abajo!

Felipe. — (Dirigiéndose a Mafalda.) ¡Sí al papá de Manolito se le cayeran las ideas desarrollistas, no tendría un almacén tan próspero!

Mafalda. — ¡Claro! Porque nació en España, cabeza-arriba.

Felipe. — ¡Pero Manolito nació aquí y a él tampoco se le caen las ideas!

Mafalda. — (Golpeando la cabeza a Manolito.) Se explica perfectamente. Toe toe.


A diferencia de otras oportunidades en las que Felipe adhiere sin objetar a lo que dicen los demás, esta vez no se conforma con la tesis sostenida por Mafalda y se esfuerza en la búsqueda de argumentos que puedan refutar. Por su parte, Mafalda, fiel a su estilo, pretende demostrar su razonabilidad recurriendo a “evidencias”, dejando sin palabras a sus interlocutores.


Si alguien intenta influir sobre las opiniones de otra persona, por medio de su discurso, es porque estima que esa persona es sensible a las razones. Sin embargo, conviene distinguir:

• Una argumentación basada en el razonamiento, como en el caso de la argumentación

científica, en la cual las diversas tesis y argumentos que las apoyan son planteados

abiertamente por el argumentador para convencer a los destinatarios.

• Una argumentación persuasiva, que se da por ejemplo, en los avisos publicitarios, en la propaganda política y en el discurso político en general, en los cuales no se discuten abiertamente puntos de vista diversos ni se recurre al razonamiento formal, sino que opera sobre la voluntad, los sentimientos y las pulsiones más elementales, con el objetivo de persuadir al destinatario para que compre tal o cual producto, para que vote a tal o cual partido o para que adhiera a determinada ideología.

Para que exista argumentación, tiene que existir un campo problemático o un tema respecto

del cual se dan puntos de vista diferentes, o por lo menos dos tesis antagónicas: por ejemplo, legalizar o no el consumo de drogas, despenalizar o no el aborto, etc. El sujeto argumentador interviene a favor de una tesis que de algún modo se enfrenta a una tesis opuesta, aunque esta última quede implícita. 


Otra definición que recuperamos, dentro de las líneas retóricas aunque también con apor-

tes cognitivos e interaccionales, es la propuesta por Grize (2004):


Considero la argumentación... como un tipo de “esquematización” discursiva, es decir,

como la producción de un discurso (proceso y resultado) organizado con el propósito

de intervenir sobre la opinión, la actitud y el comportamiento de alguien. (Grize, 2004)


PERSPECTIVA  PRAGMA-DIALÉCTICA

Si bien la Pragma-dialéctica (Van Eemeren et al., 2002, 2006) adhiere a buena parte de esta

conceptualización de la argumentación, centra su atención en el aspecto dialógico, en la medida en que la considera básicamente como una discusión crítica cuyo propósito es contribuir a la resolución de una diferencia de opinión o una disputa. En este caso, entonces, prioriza la consideración de la interacción de dos o más interlocutores que buscan resolver un desacuerdo, de las reglas que regulan la misma y de las violaciones de estas reglas que no permiten llegar a un acuerdo.



Como conclusión general de las diversas perspectivas -filosóficas, psicológicas, pedagógicas, lingüísticas- que se han abocado al estudio de la argumentación aunque con distintas denominaciones (pensamiento critico, discusión crítica, razón dialógica, etc.), podemos destacar la importancia de la superación de conceptualizaciones centradas en un sujeto que intenta imponer su postura ante un hecho discutible, en favor de la consideración de una dimensión intersubjetiva que pone el acento en la negociación de puntos de vista, puesto que lo que se prioriza no son las estrategias más eficaces para lograr la adhesión a una postura, sino la resolución de un problema que se entiende como compartido.


   


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